Esta receta empezó como un reto personal, jamás había usado gelatina
en polvo y pensé que sería una buena opción para una deliciosa tarta sin
utilizar el horno absolutamente para nada.
Tras investigar un poco por la
red y por la biblioteca, y tras un par de intentos fallidos (aunque
comestibles), hoy os puedo traer esta receta y unos pocos apuntes sobre el uso
de la gelatina.
Las gelatinas
Según Harold McGee, la gelatina “es
un “proteína que se extrae de las pieles y huesos de los animales”. Dicho así,
suena un poco desagradable, ¿no os parece? Tanto se puede utilizar en platos dulces como
salados, así que además de ser un ingrediente barato, es muy versátil.
Con una dosificación adecuada,
convierte cualquier líquido en una masa sabrosa, compacta y húmeda que se
deshace en la boca. Eso es porque la
gelatina se disuelve en los líquidos calientes o tibios, se compacta al
enfriarse pero puede volver a su estado inicial cuando se calienta otra vez. O sea, que es importante que cuando vayamos a
incorporarla a la receta, la masa o la crema estén totalmente cocidas porque no
podremos acabar de cocerla una vez incorporada la gelatina. También deberemos conservar en frío el postre
resultante.
Los dos tipos de gelatina que se
utilizan en repostería son: en polvo y en láminas.
La gelatina en láminas
También llamada “cola de pescado”,
se mide en láminas de unos 2 gramos normalmente. Se deben poner en remojo en
agua fría unos 5 minutos para que se ablande. Después se escurre bien y se
disuelve en un líquido caliente. El tema de las temperaturas es importante para
que no se formen grumos en la masa.
Cada fabricante tiene sus proporciones
de lámina/líquido. Leed muy bien la
receta y el envase de la gelatina
.
La gelatina en polvo
Se mide en gramos o cucharaditas
según la receta. En un bol con agua fría, se espolvorea la gelatina en polvo.
Atención porque es importante que dejéis que la gelatina absorba el agua (o el
líquido frío que indique la receta) sin remover en ningún momento. Pasados de 5
a 10 minutos veréis que os queda una gelatina compacta con grumos, no os preocupéis,
la calentáis un poco, removéis y la utilizáis como indique la receta.
A tener en cuenta en el uso de las gelatinas...
- La cantidad de gelatina en relación con el líquido será lo que marcará la densidad del postre. A cuanta más cantidad de gelatina por litro, mayor será la firmeza.
- Hay ingredientes que, debido a un proceso químico, descomponen la gelatina y no cuajan bien. Por tanto, deben cocerse antes de utilizarse. Algunos son: “kiwi, higos, mangos, melones, papayas, melocotones y piñas tropicales, así como el jengibre fresco” (Fuente: Harold McGee). Cuidado también al mezclar cítricos con bebidas alcohólicas en los postres de gelatina.
Os he mencionado cuatro aspectos
básicos para utilizar en nuestras recetas pero os animo a que si queréis saber
más, echéis un vistazo a las fuentes que
he utilizado:
- “Gelatina, todo lo que debessaber sobre ella”, en el blog: Directo al paladar.
- McGee, Harold. La buena cocina. Debate, 2010.
- McGee, Harold. La cocina y los alimentos. Debate, 2007
Y ahora, vamos por nuestra receta
de tarta de queso y limón sin horno!
Ingredientes para un molde de 24-26 cm de diámetro:
- 250 g de galletas digestive o similar
- 130 g de mantequilla sin sal
- 160 g de azúcar
- 125 ml de agua (80 ml + 45 ml)
- 15 g de gelatina en polvo
- 6 yemas de huevo
- Piel rallada de un limón
- Zumo de un limón
- 500 g de queso crema (tipo Philadelphia)
- 400 ml de nata para montar
Nota impotante: esta tarta puede ser completamente sin gluten si optais por galletas sin gluten para la base.
Derretimos la mantequilla lo
justo para que nos quede líquida pero sin que llegue a hervir. Trituramos las
galletas en un bol y las mezclamos con la mantequilla. Vertemos la mezcla en la
base de nuestro pastel y apretamos para que quede compacta. He utilizado mi molde Lékué de 24 cm desmontable, que va muy bien porque puedo conservar la base de cerámica y las
paredes las puedo separar sin problema del pastel ya cuajado.
Montamos también la nata y la
conservamos en frío hasta su uso.
En un cazo disolvemos el azúcar
con los 80 ml de agua, removiendo constantemente hasta que se disuelva. Subimos
el fuego, dejando de remover hasta conseguir un almíbar de bola blanda (116-118ºC).
Mientras, blanqueamos las yemas
en un bol grande y le añadimos el almíbar a chorrito mientras batimos hasta que
la mezcla cambie de color, esté blanquecina y haya aumentado algo de volumen.
Batimos juntos el queso, la piel
y el zumo de limón hasta que la mezcla sea homogénea.
Disolvemos la gelatina en el agua
fría tal como hemos indicado anteriormente (en forma de lluvia y sin remover
nada). Pasados 5 minutos, la calentamos hasta que sea líquida y la vertemos en
la mezcla de queso y limón. Añadimos el
queso a las yemas y cuando la masa sea homogénea, le agregamos la nata batida
con cuidado para no bajarla demasiado.
Ya lo podemos verter en el molde
donde teníamos preparada la base de galleta. Ahora sólo queda enfriar en la
nevera un mínimo de 6 horas. Y… ¡a disfrutar!
En casa lo hemos decorado con un
poco de nata montada y unas frambuesas, pero podemos añadirle rodajitas de melocotones
en almíbar, frutas escalfadas o fresas naturales.
¿Os gustan las tartas de queso? Aquí encontrareis más recetas!
4 comentarios:
una tarta que siempre gusta¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Qué tarta más rica!!!!
Me encanta el sabor del limón en las tartas de queso!
Besos!
Quina bona pinta!!!!!! Me l'apunto!!!
Te ha quedado preciosa y muy rica, me encanta, besos
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